sábado, 4 de octubre de 2014

EL ALMA DEL COLIBRÍ

¡Hola Habibis! ¿Sabéis que un colibrí puede aletear hasta 80 veces por segundo e incluso quedarse estático en el aire o volar incluso hacia detrás? Creo que cuando descubrí esta genialidad empecé a sentirme identificada con él e incluso a pensar que podíamos tener algo en común. Cuanto más lo conocía más me hacía creer a mí misma que compartíamos una misma pasión. ¿Sabéis que el corazón de ese colibrí puede latir hasta 1.000 veces por minuto o que existe una gran variedad de colores y tamaños, llegando alcanzar los cinco centímetros el más pequeño del mundo? Creo que el colibrí es danza. Y os preguntaréis por qué os cuento todo esto.


Ese colibrí y yo nos parecemos más de lo que creía. Somos pequeñitos pero nos hacemos tan grandes como el que más cuando volamos, él por el aire, y yo al sentir la música sobre las tablas del escenario con mis pies descalzos. Podemos aletear al unísono, él con sus  alas de colores y yo con mis alas de Isis como si el mundo se parase. Nuestra sensibilidad nos une ya que ambos sentimos tan fuerte que nuestros corazones se ponen a mil cuando danzamos, cuando rozamos el sentimiento más puro. Somos una simbiosis y es por ello que desde hace más de una década me llaman colibrí.

Con vosotros quiero compartir este espacio, mi alma de colibrí, lo que llevo dentro y que expreso a través de la danza. Este rinconcito nace como medio para contar mis aventuras y mis experiencias, mis vivencias, mis alegrías, todo aquello que me preocupa o que, simplemente quiero reflejar. Quiero desnudarme de una manera frágil y sencilla, sin pretensiones. Sólo quiero mostrar parte de mi vida. Una música, un sentimiento, un espectáculo, una ocurrencia, una reflexión, una inquietud o un abrazo, una larga lista, porque en esta vida aún queda mucho por escribir y por vivir.

Quiero alcanzar el vuelo de ese colibrí de mil colores. Quiero que la inspiración visite mi corazón cada día y que palpite al ritmo de la darbuka. Y quiero seguir conquistando sueños, arropada por todos aquellos que compartís mi misma pasión: mi familia, mis amigos, mis alumnas, mis compañeros y, sobre todo, mi amor a la danza. No soy nada sin los sentimientos que nos transmitimos. Ahora comienza un nuevo camino, con un hogar nuevo, nuestra Escuela de Danza del Vientre. La energía ya fluye. Lo noto, lo siento, vibra. Ahora sé que es el momento de compartir lo que vivo día a día con vosotros, que me hacéis enriquecer el corazón y, sobre todo, el alma del colibrí.  Estáis todos invitados. Shukram

 El alma del filósofo habita en su cabeza; el alma del poeta, en su corazón; el alma del cantante reside en su garganta. Pero el alma de la bailarina, tiene su morada en todo su cuerpo”

Gibran Khalil Gibran, poeta, Líbano

 

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